jueves, 6 de abril de 2017

Típicos graciosillos.

Los chistes en las redes sociales es un tema que está al día. Casi todo el mundo ha intentado hacerse el gracioso en su cuenta de Twiter, Facebook, Instagram y demás. Me pregunto dónde está el límite. ¿Cuándo un chiste empieza a ser de mal gusto? ¿Y cuándo empieza a enaltecer al terrorismo? ¿Cuándo empieza a ser motivo para acabar en los tribunales?

He escuchado que se está imputando a personas por hacer chistes sobre Carrero Blanco, sobre ETA, y demás temas de los que no se quiere hablar. Algo muy parecido a lo que pasó con el caso de los titiriteros. Es verdad, está mal reírse de las desgracias ajenas, pero dejando a un lado la moralidad y lo políticamente correcto, hay muchos de esos chistes que son realmente originales.

Decir que alguien que sube un chiste sobre terrorismo a las redes sociales lo hace para radicalizar a todas las personas que lo vean me parece absurdo. Es llevar las cosas al extremo. Darle demasiada importancia a algo que tiene menos prioridad. En todo caso, me parece irónico que los que denuncian estos actos no suelen ser los propios afectados, sino los que deciden lo que está bien y lo que está mal. Son como el típico niño de colegio que se tiene que meter en todo, y no para intentar solucionar el problema, sino para meter mierda en cuanto tiene la oportunidad. 

Pero claro, es mucho más fácil hacer parecer delincuente a alguien que lo único que quiere es conseguir sus cinco minutos de fama, de una manera más o menos correcta, y, de este modo, desviar la atención de los que son delincuentes con todas las letras. Así, mientras estemos entretenidos pensando en otra cosa, todo está bajo control...  

No hay comentarios:

Publicar un comentario