domingo, 23 de abril de 2017

Éramos ricos.

Muchas veces recuerdo que, cuando era niña, me quejaba porque había otros a mi alrededor que tenían más juguetes que yo o porque sus padres los consentían más. Qué tonta era... Por aquel entonces tenía muchas más cosas de las que voy a llegar a tener en toda mi vida. 

Lo noto sobre todo en las cenas de navidad. Ahora empieza a haber sillas vacías, empiezan a faltar risas, conversaciones... En definitiva, empiezan a faltar todas aquellas cosas que hacían especiales esas fechas. 

Lo peor es darte cuenta de que cuando creces, todo cambia. Y cuando se mira hacia atrás, te das cuenta de que ya tenías todo lo que necesitabas para ser feliz. Pero ya es demasiado tarde, y solo queda conformarse con los recuerdos. Sin duda alguna, éramos ricos y no lo sabíamos. 

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