jueves, 27 de abril de 2017

Ya ni siquiera eso.

Es verdad. Era un simple coche. Cualquiera que me oiga decir que me puse triste porque se lo llevaron tiene todo el derecho de tacharme de loca. Pero no era un coche cualquiera. Era SU coche. La última persona que lo condució fue él y siempre hablaba de lo bien que se lo pasaba al volante. 

Y hoy, sencillamente no está. Y su coche me ayudaba a tenerlo un poquito más cerca. Era mi manera particular de retenerlo a mi lado, de alguna manera... Y ahora, ya ni siquiera eso tengo... Ni siquiera un triste coche, aunque no fuera a conducirlo. Ni siquiera un solo objeto que poder retener para recordarme que él existió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario