lunes, 10 de abril de 2017

Por esa mirada tuya.

Es curioso. A veces te veo por la calle y siempre finjo que no te veo o, directamente, huyo de ti como una cobarde alimaña. Pero en realidad, me muero de ganas por que te acerques a hablar conmigo, o que, simplemente, me digas hola... Después, me regaño a mí misma por no haber tenido el valor, por no haberme atrevido a saludarte, a preguntarte qué tal te va la vida. Tampoco es para tanto. No me estoy obligando a decirte cuánto me gustas y que quiero pasar el resto de mi vida contigo... 

Será esa mirada tuya que tanto me gusta y, que al mismo tiempo, tanto me intimida. Por miedo a enfrentarme a tus ojos, ni siquiera me atrevo a darte los buenos días... 

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