jueves, 5 de julio de 2018

Magia

Los ancianos del lugar contaban historias increíbles. Las minas, los ríos, los bosques casi inexpugnables... Cualquier escenario les parecía apropiado para empezar a hablar sobre él.
 
 No hay que equivocarse. No hay que subestimar sus palabras. En cada mina, en cada río, en cada metro cuadrado de bosque... En todos los lugares existe una magia, una magia extrañamente salvaje.
 
Siempre creí que toda esa magia se debía a la presencia del espíritu del bosque. Ese que acompaña a los intrépidos que se atreven a adventurarse en sus dominios. Esa extraña sensación de estar completamente aislado, sin ningún otro ser humano en kilómetros a la redonda, y sentir que algo te observa, te cuida.
 
Es esa magia, salvajemente extraña, te envuelve, te atrapa, no te deja escapar. Y cuando eso ocurre, ya no hay nada que hacer. Aunque quieras, nunca podrás irte. Y si consigues marcharte, acabarás poniéndote excusas tontas, de estas que ni tú mismo entiendes, e inevitablemente, acabarás volviendo.  

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