Creo que lo nuestro siempre fue más deseo que otra cosa. Decíamos que nos queríamos y toda aquella sarta de mentiras cursis que nos dedicábamos el uno al otro. Pero nada era verdad. Tú me gustabas, yo te gustaba, y eso era todo. De hecho, ni siquiera nos conocíamos. Y tardamos tanto en darnos cuenta de lo absurda que era nuestra situación...
Nos atamos el uno al otro, jurándonos amor eterno, creyéndonos nuestras propias palabras a base de repetirlas millones de veces.
Nos dimos de bruces contra la realidad aquella noche, cuando nos dimos cuenta de que practicábamos sexo y no hacíamos el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario