domingo, 26 de marzo de 2017

Esa inestabilidad.

Todo sería más fácil si tuviera a su lado a una persona emocionalmente estable. No tendría que soportar sus cambios de humor ni sus locuras repentinas. No tendría que preguntarse cómo lo va a encontrar, si estará feliz o si tendrá uno de esos días en los que llora por cualquier cosa. No tendría que hacer planes por partida doble, uno para cada hipotética situación. 

Es verdad, no tendría que aguantar todo eso. Pero, por alguna razón, le resultaba imposible separarse. No podía vivir con la certeza de que todo iba a ser perfecto y maravilloso. Esa inestabilidad era lo que le daba ganas de vivir, de seguir adelante. Le encantaba apoyarlo en los malos momentos y disfrutar con él los buenos. Esa inestabilidad emocional era lo que hacía que su vida fuera emocionante, impredecible... 

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